Mi moraleja.

Iba a compartir contigo risas y miedos.
Iba a hablarte de trípticos vacíos,
de luchas incesables por la libertad.
Y de ello, no llegué a la mitad.

He acabado destintándome en los folios que escribo.

Aunque eso no has podido verlo;
tanto procesador quita a mis obras
cualquier resplandor.
Esto ni rima, ni suena, ni deslumbra.

Espero que lo comprendas.

Que mientras clamo al mundo la razón,
me golpeo con la realidad.
Que mientras desespero con tesón,
veo que sí que se puede luchar.

El único problema,
mi gran dilema.

Estereotipos: mi queja.
Los cumplo: tu moraleja.

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